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Cuando hablamos de una "Alimentación Funcional" nos referimos a aquella que, aparte de su papel nutritivo básico desde el punto de vista material y energético, es capaz de proporcionar un beneficio adicional para la salud”.
Una Alimentación Funcional va orientada a ejercer un efecto en algunas de las siguientes funciones del organismo: crecimiento y desarrollo, metabolismo o utilización de nutrientes, defensa antioxidante, sistema cardiovascular, fisiología o funcionamiento intestinal y funciones psicológicas y conductuales.
Los alimentos funcionales han de demostrar resultados, en cantidades que puedan ser consumidas en la dieta habitual.
Un alimento funcional puede ser:
Un alimento natural ( tomate, brócoli, aceite de oliva, etc).
Un alimento al que se le ha agregado o eliminado un componente por alguna tecnología o biotecnología (leche enriquecida en calcio, leche desnatada, etc).
Un alimento donde la naturaleza de uno o más componentes ha sido variada (mermelada con edulcorantes).
Un alimento en el cual la biodisponibilidad de uno o más de sus componentes ha sido modificada.
Cualquier combinación de las anteriores posibilidades.
Existen diferentes tipos de alimentos funcionales:
Probióticos
Prebióticos
Simbióticos
Vitaminas y Minerales
Antioxidantes
Ácidos grasos
Aminoácidos
Fitoquímicos
Efectos
Estos alimentos están orientados, a ejercer un efecto en diferentes funciones del organismo:
Crecimiento y desarrollo: encontramos alimentos enriquecidos en hierro, yodo, ácido fólico, ácidos grasos (omega-3 y omega- 6), calcio, vitaminas A y D, leches de fórmulas infantiles con nutrientes específicos que favorecen su crecimiento y desarrollo, etc.
Metabolismo de nutrientes: para mejorar las tasas de colesterol y triglicéridos plasmáticos asociados a riesgo cardiovascular. Como por ejemplo los alimentos bajos en grasas o en azúcares, enriquecidos en omega-3 o ácido oleico, en fibra, bebidas y productos específicos para deportistas (bebidas, barritas, etc.).
Defensa antioxidante: productos enriquecidos con sustancias antioxidantes (vitaminas C y E, beta-carotenos, selenio, cinc y fitoquímicos).
Digestión y tránsito intestinal: encontramos alimentos probióticos (yogures y otras leches fermentadas con bacterias ácido-lácticas), prebióticos (alimentos con fibra soluble como los fructooligosacáridos) y los enriquecidos en fibra soluble e insoluble o ricos en fibra (legumbres, frutos secos y cereales de grano entero).
Cardiovascular: contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Encontramos alimentos enriquecidos en ácidos grasos poliinsaturados (omega 3 y omega 6), con sustancias de acción antioxidante, fitoesteroles, ciertas vitaminas del grupo B (B6, B9, B12) y fibra.
Funciones psicológicas y conductuales: contribuyen en el apetito y la sensación de saciedad, el humor y el manejo del estrés. Se trata de alimentos ricos en fibra o enriquecidos en fibra, alimentos con aminoácidos específicos, alimentos con sustancias excitantes del sistema nervioso (cafeína, ginseng, etc.) o tranquilizantes, etc.
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