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¿Qué pasa con las Frutas?

Foto del escritor: Aline GarcénAline Garcén

Actualizado: 2 sept 2019


¿Porque no adelgazo si estoy comiendo saludable?


Esta es una pregunta que nos hacemos muchas personas que nos preocupa nuestra salud y queremos tener un cuerpo saludable, estético y delgado.


El verdadero problema radica en saber si ¿realmente estoy comiendo saludable?.

Empecemos por ver ¿qué es lo que yo creo que es saludable?. Constantemente escuchamos de los expertos en nutrición "Come frutas y verduras", peroooo el problema no es que los expertos nos recomienden eso, sino más bien como lo interpretamos y ejecutamos.


Creo que este es el primer error que muchos cometemos al menos en mi caso así me ha pasado, durante muchos años pensé que si comía muchas frutas era mil por ciento saludable y no tendría porque hacerme daño.


¿Que pasa con las frutas?, ¿Son realmente tan saludables?


Esto es un tema con bastante controversia, pero voy a tratar de trasmitirles lo que he investigado y lo que he comprobado en mi cuerpo, yo solía pensar que las frutas eran tan saludables y eso no tenía por qué engordarme por muchas que comiera es más mientras más fruta consumía, más saludable me pensaba, y más aún si yo no comía pasteles ni dulces, ni pan, ni frituras, y mucho menos grasas.


El tema con las frutas es que a mí me causaron mucha inflamación, retener líquidos y subir de peso sin control. Sobre todo durante mi primer embarazo.


Resulta que la fruta tiene un azúcar llamada fructuosa y es por la fructuosa que la fruta es dulce y muy deliciosa.

En muchos aspectos, la fructosa es muy similar al alcoholen cuanto al daño que puede ocasionarle a su cuerpo... y a su hígado.


Dado que casi toda la fructosa es transportada a su hígado, y, si lleva una típica alimentación estilo occidental, come grandes cantidades de la misma, la fructosa termina cobrándole la factura y daña a su hígado en la misma forma que lo hacen el alcohol y otras toxinas. De hecho, la fructosa es prácticamente idéntica al alcohol con respecto a los estragos metabólicos que ocasiona.

Según el Dr. Lustig, Profesor de pediatría en la división de endocrinología de la Universidad de California, la fructosa es una "toxina hepática crónica, dependiente de la dosis". Y al igual que el alcohol, la fructosa se metaboliza directamente en grasa—no en energía celular, como la glucosa.


Sus descubrimientos fueron publicados en la revista Academy of Nutrition and Dietetics, en la cual el Dr. Lustig explica las tres similitudes entre la fructosa y su derivado de la fermentación, el etanol (alcohol):


  1. Su metabolismo hepático de fructosa es similar al del alcohol, ya que ambos sirven como sustratos para convertir a los carbohidratos en grasas, lo cual promueve la resistencia a la insulina, dislipidemia (niveles anormales de grasa en la sangre), y el hígado graso

  2. La fructosa se somete a la reacción de Maillard con proteínas, lo que ocasiona que se formen radicales libres de superóxido, lo cual puede causar una inflamación hepática similar al del acetaldehído, un metabolito intermediario del etanol

  3. Al "estimular la 'vía hedónica' cerebral, tanto directa como indirectamente", señaló el Dr. Lustig,"la fructosa produce una habituación, y, posiblemente, la dependencia; además se asemeja al etanol "


La fructosa no solo daña el hígado; también es una causa principal que alimenta la epidemia de la obesidad en adultos y niños. Para que pueda ganar peso de forma significativa, primero debe tener resistencia a la leptina. La leptina es una hormona que ayuda a regular el apetito. Cuando los niveles de leptina aumentan, esto le indica al cuerpo que está lleno, por lo que deja de comer.

Sin embargo, a medida que se hace más resistente a los efectos de la leptina, termina comiendo más. Muchas personas que tienen sobrepeso también tienen un deterioro en la capacidad de su cuerpo para oxidar la grasa, lo cual ocasiona bajos niveles de energía. Ahora la pregunta es: ¿Qué es lo que impulsa a este proceso básico?, en primer lugar ¿Por qué se hace resistente a la leptina?


El Dr. Richard Johnson es el Jefe de nefrología de la Universidad de Colorado y participa activamente en la investigación clínica. Durante los últimos 25 años, la mayor parte de su investigación (la cual es financiada por los Institutos Nacionales de Salud) se centró en la fructosa y las enfermedades relacionadas con la obesidad.

Su hipótesis es que, en vez de ser impulsado a consumir demasiadas calorías y la falta de ejercicio, la obesidad es causada principalmente por consumir demasiada cantidad de azúcar refinado, particularmente la fructosa.


La investigación del Dr. Johnson muestra claramente que el azúcar refinado (especialmente la fructosa) es excepcionalmente efectivo en provocar la resistencia a la leptina en los animales, y es muy eficaz en bloquear el proceso de quemar grasas.

"Cuando provee fructosa a los animales, pierden su capacidad de controlar su apetito, comen más, y hacen menos ejercicio. La fructosa parece desempeñar un papel directo en el aumento de peso", dice.


Su investigación también revela que la fructosa tiene efectos independientes a este mecanismo, para inducir este síndrome metabólico. Aunque la fructosa aumenta el peso a través del mecanismo estándar de estimular más el consumo de alimentos y bloquear el proceso de quemar grasas, incluso cuando controla el consumo calórico, la fructosa puede afectar a la composición corporal.


Esto se debe a que cuando consume fructosa, en realidad genera más grasa en el hígado para la misma cantidad de consumo de energía, en comparación con otros tipos de azúcar... Por ejemplo, si restringe calóricamente a un animal, pero le proporciona una alimentación rica en fructosa o una alimentación alta en azúcar, aun producirá un hígado graso y se volverá resistente a la insulina. De acuerdo con el Dr. Johnson, la fructosa tiene dos efectos:

Estimula el aumento de peso al afectar su apetito y bloquear la quema de grasasTambién cambia su composición corporal para aumentar la grasa corporal, incluso cuando se encuentra en una restricción calórica


Las células del hígado son las únicas capaces de metabolizar la fructosa. Como consecuencia de este proceso, se sintetiza grasa, que se puede acumular en este órgano hasta llegar a formar el denominado "hígado graso no alcohólico". Se calcula que alrededor del 30% de los adultos de países ricos están afectados por este trastorno. Esta cifra alcanza entre el 70% y el 90% en personas que sufren obesidad o diabetes.


Esta enfermedad hepática puede discurrir sin síntomas ni complicaciones, aunque en ocasiones la grasa acumulada puede causar inflamación y fibrosis en dicho órgano y comprometer, en estados avanzados, su normal funcionamiento. La buena noticia es que el hígado graso no alcohólico, sobre todo en los estados iniciales, es reversible. La disminución del consumo de azúcares sencillos (azúcar de mesa, ya sea blanco o moreno, miel, pasteles, bollería o bebidas azucaradas, entre otros) y, en especial, de fructosa, sería beneficioso para la prevención de este trastorno y también para su tratamiento.


Cuando la ingesta de azúcares simples es alta, aumentan los triglicéridos y el colesterol malo


El metabolismo hepático de la fructosa tiene efectos más allá de los descritos. Hay evidencias que sugieren que seguir una dieta alta en azúcares simples, en especial de fructosa, provoca cambios poco saludables en los niveles de lípidos en sangre. Cuando la ingesta de estos azúcares es excesiva, algo habitual, aumentan los triglicéridos y el colesterol LDL (el "malo") en sangre. Pero esto no es todo, porque también facilita la acumulación de grasa alrededor de vísceras como el corazón e incrementa la presión arterial, razones que explican el aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.


Estudios epidemiológicos recientes evidencian la relación entre ingestas elevadas de fructosa con una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades coronarias y de mortalidad por esta causa.


Si eres resistente a la insulina o leptina, sería prudente que restringieras tu consumo de fructosa, de cualquier fuente, a alrededor de 15 a 25 gramos al día.

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